Era una época donde todo era menos abstracto. Solo puedo reconstruirla con los recuerdos escritos de muchas personas, y recuerdos hablados de pocas que ya no están. Parte de lo que yo sería, estaba disperso en ocho partes, y en ocho lugares diferentes que hablaban ocho lenguas distintas. La probabilidad de que yo existiera era insignificante. Fritz Kreisler y la Meditación de "Tahis", El Intermezzo de "Cavaleria rusticana" y la orquesta del Maggio musicale Fiorentino... Olor a madera, madera oscura y laca. Catgut y cerdas de cola de caballo.
Cosa curiosa, reunir un pasado irremediablemente pasado, en un SyncMaster 940NW, unas membranas de plástico que oscilan dentro de unas cajas... y recuerdos imborrables de la infancia.
Es bueno escribir los recuerdos, para acordarte y para compartirlo mejor..
ResponderEliminarEl ocho es mi numero favorito.
A veces, no es fácil. Ni lo uno, ni lo otro... bueno, yo aún no he descubierto una preferencia de mi parte por ninguno...
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