Y vendrá para hablarte. Canjeará una vida, por un solo instante, en el que vivirá contigo. Como un viejo y ruinoso barco, navegando en los mares del tiempo, como el amor entre los dioses y simples mortales.
Vendrá envenenando el tiempo, con palabras amargas.
Antes de que se queme todo el aceite de la lámpara.
Antes de que el sol borre las estrellas.
Antes de que el fuego se apague, y la historia se deslice entre tus dedos,
y así ya nadie la recuerde, ni la cuente por las noches,
mientras las llamas de todos los fuegos, bailan.
Mira que parecía que empezaba bien, pero a medida que iba leyendo más y más quería retroceder y quedarme en el segundo verso.
ResponderEliminarAh, pues yo también. Nos quedamos allí.
ResponderEliminarEn el instante que cambia la historia.
sí, por favor!
ResponderEliminarMuy... dura. Por suerte no hay tanta azúcar últimamente dando vueltas por el mundo y hasta la poesía parece más real.
ResponderEliminarAunque lo que cante nos parezca tan cercano...
Saludos
J.
Siempre hay azucar... en los niños. Aunque demasiadas veces, en demasiadas partes de este mundo, rápidamente ella se torna en algo amargo.
ResponderEliminarY eso se hace tan difícil de sobrellevar para el niño que llevamos dentro...que crece.