Principio del fin.
Tantos años después,
en el viejo, o en el nuevo mundo,
da igual.
Hoy ya no levantan el polvo tus pasos,
y el cemento es tan duro.
El ciprés se vuelve decrépito,
en su encierro.
Ya no te escucho,
en aquel murmullo que amé,
y aunque el amor siga intacto,
en un tiempo que ya no es.
Ya nada es, como ha sido.
Pero todo permanece allí,
en lo más profundo.
En ese lugar, de donde nadie lo podrá borrar,
sin destruirme.
De donde solo tu,
puedes rescatarlo.
Suponiendo, claro, que quieras rescatarlo...
ResponderEliminarY es un final muy lamentable.
Por otro lado, un gusto volver a leerte.
Saludos!
J.
Quiero rescatarlo... siempre quiero. Aunque a veces no sea posible.
ResponderEliminarA veces nada cambia, pero cambiamos nosotros y todo cambia.
ResponderEliminarEsa sincronía... Momento, lugar, tiempo, identidad.... A veces se desea rescatar pero no siempre es factible
Espero que en tu caso querer y poder llegaran a conjugarse en armonía.
A veces nada cambia, pero cambiamos nosotros y todo cambia.
ResponderEliminarEsa sincronía... Momento, lugar, tiempo, identidad.... A veces se desea rescatar pero no siempre es factible
Espero que en tu caso querer y poder llegaran a conjugarse en armonía.
Es que quedan huellas, marcas que no se pueden borrar. Y no deben ser borradas. Como los jarrones rotos de los japoneses...
EliminarEs que quedan huellas, marcas que no se pueden borrar. Y no deben ser borradas. Como los jarrones rotos de los japoneses...
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