y la culpa.
Bálsamo, cual anestesia,
que evoca el dolor.
Dios-dolor, que me enseñó a pecar.
Noches sin luna,
que la luz gritan,
y palabras escritas,
que callan soledad.
Ah, memoria, lógica perversa,
confabulada para traer el tormento.
Alma libre,
no creas, ni analices.
Que Dios está doliente.
Y va, perdido callado y solo,
hacia ninguna parte.
La memoria y la soledad son buena dupla para escribir
ResponderEliminarLa imagen de un dios doliente por sus propias creaciones tiene un no sé qué que me parece muy interesante.
ResponderEliminar¿Estaremos haciendo bien las cosas con el mundo?
¿Resta algo que dependa de nosotros mismos?
Saludos
J.
Mechi, ...claro, uno se concentra mejor. :P
ResponderEliminarDragon, y si, al menos ése Dios tiene autocrítica.
Tal vez, en cuestion de número, muchos son los que las hacen bien, y muy pocos los que las hacen mal. Pero esos pocos, tienen muuuucho poder.
Aún mucho, por eso es que se empeñan en convencernos de que ya casi nada.
salu2
Claro, es cuestión de números.
ResponderEliminarY lo malo siempre pesa más que lo bueno, que es etereo, flota en el recuerdo...
Saludos
J.