Un templo oscuro al que abandonaron los dioses y los hombres. El vacío que rodea la supercuerdas de Hawking. Las uñas que se clavan en la carne, la espera de Penélope, los dedos que recorren las espaldas. Las luces de un faro en una noche de tormenta.
Todo pretenden ser, y nada son, por que también son la angustiosa espera de ésas que están ausentes, por que sabemos que existen. Por que las estamos esperando. Por que existimos en las palabras.
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