Si envejecí y con la vida me peleé,
reflejado en tus ojos, cambio.
Vuelvo a ser un niño.
Y el fuego extinto es el fenix.
Soy esa fuerza incontenible y suave,
atrapada en tu miel, y en tu risa.
Las luces en la noche de Quito,
evocan aquellas,
a ésas que no se pueden apagar ya.